Rep. Dominicana

Santo Domingo

El que visita la República Dominicana tiene una cita ineludible con la vieja ciudad colonial de Santo Domingo, el recuerdo de un pasado lejano lleno de 500 años de historia deslumbra con su encanto, la que fuera la primera corte en América, la primera universidad, la primera catedral, el primer hospital...Pasear por sus viejas calles estrechas y adoquinadas, es retornar en el tiempo, es perderse entre las grandes casonas, parques, museos, más de 200 monumentos que cubren casi por completo esta vieja ciudad del siglo XVI. Es uno de los sitios turísticos de mayor atractivo del país declarada en 1990 Patrimonio de la Humanidad. Esta ciudad goza de una excelente gastronomía, vibrante vida nocturna, acogedores hoteles para refugiar el descanso y atractivas opciones de compras, todo en el marco de un patrimonio histórico único en las Américas. El ambiente popular de la colonia se aprecia en la calle de los Herreros, con robustas fachadas de piedra, sus pequeños cafés y bares, que dan fe y sirven de marco al ambiente bohemio nocturno, y por la calle de la Atarazanas y sus alrededores se alojan diversos lugares de interés, salas de arte, galerías, restaurantes, entre muchas otras opciones. Otros puntos de interés colonial son el Parque de Colón, la Puerta del Conde, antigua puerta del siglo XVII, la Catedral de Santa María la Menor (la primera catedral de América), la Iglesia de Santa Clara, el Panteón Nacional, la Fortaleza de Santo Domingo, el Panteón de las Casas Reales y el Alcázar de Colón. Para beber algo (además de los sitios ya mencionados), les recomendamos los bares que circundan la remodelada Plaza España, donde se encuentra la Estatua a Nicolás de Ovando, fundador de la ciudad. Puede aprovechar la oportunidad de compartir el baile de Santo Domingo, su pasión favorita y, como dijera el padre Labat, un francés que desembarco en la isla...¨no creo que haya en el mundo pueblo más apegado a la danza¨. Le invitamos a disfrutar de su ritmo merengue.

Tips

Cuando el volcán Mont Pelée, en Martinica, entró en erupción en 1902, la lava y los gases tóxicos mataron a todos y cada uno de los 38.000 ciudadanos de St. Pierre, a excepción de uno: un preso de la cárcel de la ciudad.